El uso de probióticos en bebés y niños se fundamenta, principalmente, en que en los últimos años algunos de los avances más importantes de la investigación sobre el microbioma humano están vinculados a los conocimientos sobre la relevancia de los primeros 1000 días en la formación del sistema inmunitario de fetos y bebés.
De ahí que estemos en una etapa en la que cada vez son mas comunes los probióticos para niños o probióticos infantiles. Sin embargo, como todo en lo referente a la microbioterapia, hay que proceder con cautela, ya que nos encontramos en los albores de este tipo de abordaje en forma de suplementos.
Ahondemos en este tema.
Los probióticos en niños
Hoy día ya sabemos que la microbiota intestinal juega un papel primordial en múltiples aspectos de salud y enfermedad de los seres humanos. Esto se ve potenciado en bebés y niños dada su vulnerabilidad ya que su sistema inmunitario se encuentra en continua formación y cambio.
Es por ello que la ciencia se afana en encontrar soluciones en forma de probióticos que puedan ser útiles en niños y paliar problemas en sus años iniciales de vida.

Sin embargo, la variabilidad interpersonal y el volumen de estudios hasta la fecha son un obstáculo para la estandarización de tratamientos de microbioterapia a escala infantil. Con el paso de los años, este hecho cambiará.
Veamos algunos ejemplos de estudios en este campo.
Probióticos, bebés y dolor abdominal
En el caso del tratamiento de los trastornos de dolor abdominal funcional pediátrico Lactobacillus reuteri DSM 17938 ha sido el probiótico más estudiado.
Además, Lactobacillus rhamnosus GG, VSL#3 (una mezcla de 8 cepas bacterianas) y una mezcla de Bifidobacterium infantis M63, Bifidobacterium breve M16-V y Bifidobacterium longumBB36 también han sido objeto de estudio.
En todos los casos, se encontraron resultados no concluyentes.
Probióticos, bebés y estreñimiento
En lo referente al tratamiento del estreñimiento funcional pediátrico, podemos encontrar estudios con Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus reuteri DSM 17938 y otras mezclas probióticas, con resultados mayormente favorables.
Sin embargo, dos revisiones sistemáticas sobre los estudios en esta área detectaron un riesgo de sesgo relativamente alto, poblaciones de estudio pequeñas y heterogéneas, así como duraciones de intervención y seguimiento relativamente cortas. De ahí que los autores indiquen que a día de hoy no se puede recomendar una sola cepa o combinación de ellas en tratamientos relacionados con el estreñimiento funcional en niños.
Probióticos para niños nacidos por cesárea
Finalmente quiero hacer referencia a un recentísimo del 9 de noviembre de 2022 publicado en la revista PLOS ONE de Carpay y colaboradores.
Este estudio revisaba trece ensayos clínicos previos que investigaban a los recién nacidos por cesárea, en algunos casos, expuestos a antibióticos desde el parto. En total la muestra es bastante significativa: 1193 bebés.
Cabe destacar en este punto que la evidencia respalda la importancia del parto vaginal dada la colonización inicial de bacterias beneficiosas en el canal del parto materno. De ahí que las cesáreas sean uno de los primeros factores de riesgo de disbiosis o colonización incorrecta de microorganismos. De ello se deriva la importancia de paliar esos desequilibrios entre los partos naturales y los que terminan en cesárea.

Volviendo al artículo, exponen los autores que entre los principales resultados de los estudios analizados están:
- Aumentó significativamente la abundancia de las especies bacterianas suplementadas (del género Bifidobacterium y Lactobacillus).
- A nivel de filo, Actinobacteria (dos estudios), Proteobacteria (un estudio) y Firmicutes (un estudio) aumentaron después de la suplementación con probióticos.
Asimismo, indican los autores que la suplementación con prebióticos, probióticos y simbióticos parece restaurar la disbiosis después de la cesárea, asemejando más el ecosistema bacteriano de estos bebés nacidos por cesárea hacia el de los nacidos por vía vaginal, al aumentar la abundancia de bacterias beneficiosas.
No obstante, y como conclusión final, nos exponen que dada la variedad de productos y procedimientos de estudio aún es demasiado pronto para recomendar suplementos específicos en entornos clínicos.
El futuro de los probióticos en niños y bebés
Parece que la evidencia obtenida hasta la fecha aboga por la prudencia, aunque los resultados son alentadores, poniéndose una gran esperanza en el potencial de los probióticos, prebióticos y simbióticos en el futuro del tratamiento de diversas problemáticas en bebes y niños.
A pesar de todo ello, ya hay organismos como la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica), que recomiendan el uso de probióticos para patologías concretas. Algunos ejemplos son:
- Uso de S. boulardii CNCM I-745 o L. rhamnosus GG para prevenir la diarrea asociada a antibióticos.
- Administración de L. reuteri DSM 17938 para reducir los cólicos infantiles en lactantes.
- L. rhamnosus GG y la combinación “VSL#3 “en niños con síntomas persistentes de Síndrome de Intestino Irritable.
Sin embargo, yo personalmente me quedo con la idea defendida por diversos autores “la calidad de la evidencia disponible, la especificidad de la cepa y la eficacia en función de factores influyentes como la dosis, la matriz, la duración, la vía de administración y la indicación, limitan actualmente la administración rutinaria de probióticos en la población pediátrica”.
Por todo ello, probióticos en niños SÍ, pero con cautela y una supervisión exhaustiva por parte de profesionales formados en la materia.
Bibliografía
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