La microbiota vaginal tiene como protagonista habitual a los Lactobacillus y un pH ácido, mediado por la producción de ácido láctico por parte de estas bacterias.
El microbioma vaginal, uno de los primeros en investigarse
Aunque las últimas décadas han permitido un conocimiento más profundo del microbioma vaginal, lo cierto es que ya en el siglo XIX, concretamente en 1894, Albert Döderlein, un prestigioso ginecólogo alemán, publicaba sus hallazgos en este campo. En ellos, describía un tipo de bacilo presente en la vagina que posteriormente llevaría su nombre. Hablamos de los bacilos de Döderlein, también conocidos durante años como flora de Döderlein.
Otra idea importante inherente a sus descubrimientos, es que este experto en ginecología consideraba que la elevada acidez de la vagina debía ser su estado normal, teniendo así un mecanismo protector contra el desarrollo de organismos patógenos. Este entorno ácido, estaría mediado por ese tipo de bacilos hallados por él.
Hoy en día sabemos Döderlein tenía razón, y esas bacterias son, en su gran mayoría, del género Lactobacillus (L. crispatus, L. gasseri, L. iners y L. jensenii, principalmente).
Composición de la microbiota vaginal
En primer lugar, cabe destacar que en la vagina se da una relación mutualista, es decir, de beneficio mutuo, entre los microorganismos y el huésped, representando los primeros la principal línea de defensa contra la colonización de patógenos oportunistas.
En este sentido, es importante incidir en que existirán grandes diferencias entre las bacterias presentes en la vagina y las que podemos encontrar en la vulva, así como en el perineo, una zona que permite proteger de la llegada de patógenos a la zona genital femenina desde el ano.
Siendo así, en las mujeres en edad reproductiva con una microbiota vaginal en eubiosis, la producción de grandes cantidades de ácido láctico y su consecuente impacto en la acidez y un pH inferior a 4,5, serán características fundamentales. De hecho, se considera que ese ambiente ácido es la clave en la protección contra las infecciones y agentes patógenos, como ya suponía Döderlein.
Además, especies de bacterias como L. crispatus o L. gasseri serán generadoras de las denominadas bacteriocinas, unas sustancias que pueden inhibir el crecimiento de posibles patógenos como Staphylococcus aureus, Escherichia coli o Enterococcus faecalis, entre otros, y sobre las que ahondaremos en otro artículo.
Cabe destacar también, que, a lo largo de la vida de una mujer, la microbiota vaginal sufre cambios importantes asociados, principalmente, a los períodos reproductivos de transición, como la pubertad y la menopausia.
Tipos de microbiota vaginal
En el año 2011, Ravel y colaboradores publicaban un importante estudio en el que definían la microbiota de las mujeres en edad reproductiva, destacando la existencia de, al menos, cinco tipos principales de microbiota vaginal llamados “community state types” (CSTs). Estos tipos son:
- CST-I que está dominado por Lactobacillus crispatus.
- CST-II con especial presencia de Lactobacillus gasseri.
- CST-III dominado por Lactobacillus iners.
- CST-V en el que destaca Lactobacillus jensenii.
- Y CST‐IV, que no contiene una cantidad significativa de Lactobacillus pero está compuesto por una mezcla polimicrobiana que incluye especies de los géneros Gardnerella, Atopobium, Mobiluncus, Prevotella y otros taxones del orden de los Clostridiales.
- Destacar que algunos estudios han subdividido el CST-IV en subtipos IV-A y IV-B, ambos de composición heterogénea. De los dos, CST IV-B es el que contiene menos Lactobacillus spp*. (spp. quiere decir todas las especies de ese tipo de microorganismo).

Otro de los hallazgos interesantes relacionados con esta clasificación de tipos de microbiotas vaginales, es que las diferencias entre las mismas pueden estar impulsadas por una combinación de factores culturales, conductuales, genéticos y otros factores subyacentes aún desconocidos por los científicos.
CST-IV una normalidad relativa
Cuanto más se ha ampliado el conocimiento del tipo IV de composición microbiana vaginal, más arduo se ha vuelto el debate sobre la importancia de la dominancia del género Lactobacillus en este tipo de microbiota. Tanto es así, que la evidencia sugiere que alrededor del 25% de las mujeres asintomáticas no poseen Lactobacillus.
No obstante, la asociación entre CST‐IV y el mayor riesgo de infecciones de transmisión sexual, incluido el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), parece clara.
Además, diversos estudios han destacado que las especies de Gardnerella vaginalis y Prevotella suelen estar presentes en baja abundancia en mujeres sanas y en gran abundancia en mujeres con vaginosis bacteriana.
Por todo ello y por la importancia de la generación de ácido láctico y bacteriocinas, parece que la presencia de Lactobacillus será, en líneas generales, un buen predictor de salud vaginal.
La importancia de la generación de ácido láctico por la microbiota vaginal
Aunque no es el único tipo de sustancia con relevancia en la homeostasis (si no conoces este término, te recomiendo visitar un artículo dedicado al mismo) de la microbiota vaginal, el ácido láctico es sin duda el que más impacto tiene.
Tanto es así, que numerosos estudios han asociado a este metabolito de los microorganismos vaginales, con diversos beneficios protectores como:
- Inhibir la infección por Chlamydia trachomatis.
- Ser potencial inactivador del VIH, tanto in vitro como in vivo, si hay ácido láctico suficiente para acidificar la vagina y lograr un pH inferior a 4.
- Potenciar la inactivación de una amplia gama de microbios asociados a la vaginosis bacteriana.
No obstante, como indicamos, hay otras sustancias como el peróxido de hidrógeno o la lactacidina, que también serán relevantes.
Cambios en la composición de la microbiota vaginal a lo largo de la vida
Como señalamos al inicio del artículo, la microbiota vaginal sufre cambios a lo largo de la vida de una mujer. Hablamos de modificaciones que abarcan desde el nacimiento, hasta la pubertad, la edad reproductiva y la menopausia.
Y es precisamente en las etapas tardías de perimenopausia y menopausia donde sufre una mayor modificación el microbioma vaginal, en muchos casos determinado por una pérdida total de Lactobacillus spp. asociada a la disminución de los estrógenos.

Este punto es especialmente relevante. La pérdida de los estrógenos encargados de controlar todo lo referente con el glucógeno, provoca una falta de sustrato energético a nivel vaginal, lo que redunda directa o indirectamente en el mantenimiento de todas las especies de Lactobacillus.
Es por ello que las terapias hormonales sustitutivas, así como la probioterapia relacionada con este género bacteriano son ampliamente utilizadas.
Principales fuentes de desequilibrio de la microbiota vaginal
Entre las principales fuentes de disbiosis de la microbiota vaginal encontramos:
- La menstruación, por la alcalinidad de la sangre.
- La menopausia, por la citada pérdida de estrógenos y, por ende, de Lactobacillus.
- El impacto de la sexualidad, sobre todo heterosexual, mediada por las propias bacterias del pene o la acidez del esperma.
- Hábitos de vida nocivos como el tabaquismo.
- Tratamientos antibióticos.
Principales enfermedades asociadas a la disbiosis vaginal
Todo desequilibrio en el microbioma íntimo femenino puede desencadenar la aparición de distintos tipos de patologías como:
- Vaginosis bacteriana.
- Candidiasis vulvovaginal.
- Infecciones o enfermedades de transmisión sexual (ITS o ETS):
- Tricomoniasis
- Infección por virus del papiloma humano (VPH)
- Infección por Chlamydia trachomatis
- Susceptibilidad al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
- Infección por herpes genital
- Infecciones urinarias o cistitis.
Por todo ello, el equilibrio microbiano será esencial.
La importancia de la transferencia de la microbiota vaginal durante el parto
Algunos de los descubrimientos más relevantes de los últimos años en relación a la modulación de la microbiota en el ser humano, se relacionan con la transferencia de parte de los microorganismos presentes en la microbiota vaginal durante el parto. Aunque, como destacamos en el apartado del microbioma oral, la eubiosis tanto a nivel oral como intestinal también serán relevantes.

Ahondando en este concepto, la evidencia ha demostrado que el modo de parto es un determinante importante de la composición de la microbiota en los recién nacidos. Siendo así, los bebés nacidos por vía vaginal albergarán comunidades bacterianas más parecidas a las de la vagina materna, mientras que los bebés que hayan nacido por cesárea tendrán una mayor presencia de microbiota esencialmente cutánea o dermobiota.
Así que, partiendo de la idea sobre que la interacción temprana con microbios es esencial para un desarrollo inmunológico saludable y una correcta programación metabólica, se ha estudiado el impacto de impregnar a los recién nacidos de fluidos vaginales de su propia madre, mediante el uso de gasas estériles.
En este sentido, Domínguez-Bello y colaboradores demostraron que las comunidades bacterianas de los recién nacidos que nacen por cesárea pueden restaurarse parcialmente, para parecerse a las de bebés nacidos por vía vaginal, a través del uso de las citadas gasas impregnadas de fluidos maternos.
Además de ello, cabe recordar que existen otros aspectos relevantes en la modulación de la microbiota primigenia del recién nacido y los cuales pueden tener un impacto negativo en la misma. Hablamos del consumo de antibióticos tanto por la madre (durante el parto o la lactancia) como por el bebé en los primeros años de vida, o la alimentación artificial, en lugar de la materna.
Conclusiones sobre el microbioma vaginal
El maravilloso mundo de la microbiota vaginal está íntimamente relacionado con las bacterias del género Lactobacillus, si bien, como hemos visto, la ausencia de ellos no supondrá, en todos los casos, problemas para la mujer.
Sea como fuere, parece que la evidencia decanta la balanza a favor de los Lactobacillus, sobre todo atendiendo al impacto positivo del ácido láctico y las bacteriocinas producidas por este tipo de microorganismos.
No obstante, y como suele ser punto central del buen estado de cualquier microbiota, el equilibrio será la clave y, el dotar de sustrato energético suficiente a las bacterias beneficiosas, también.
Por todo ello, indagaremos próximamente sobre aspectos relacionados con la higiene vaginal (tanto por exceso como por defecto), la relación entre la alcalinidad del entorno y el síndrome del shock tóxico y otros temas relacionados.
Resumen de las ideas más importantes del artículo
¿Qué microbiota hay en la vagina?
En la gran mayoría de las mujeres, la microbiota vaginal estará dominada por bacterias de género Lactobacillus, en especial las especies Lactobacillus crispatus, Lactobacillus gasseri, Lactobacillus iners y Lactobacillus jensenii, aunque también puede contener especies de los géneros Gardnerella, Atopobium, o Prevotella, por ejemplo.
¿Qué es la microbiota normal?
Aunque no existe una única distribución bacteriana a nivel vaginal que se puede defender como normal, en líneas generales podemos decir que esa microbiota estará dominada por bacterias del género Lactobacillus y tendrá un ambiente ácido con un pH igual o inferior a 4,5.
¿Qué bacterias viven en la vagina?
Múltiples son las bacterias que podemos encontrar en la vagina, especialmente las del género Lactobacillus (L. crispatus, L. gasseri, L. iners y L. jensenii), aunque es habitual encontrar especies de otros géneros como Gardnerella, Atopobium, Mobiluncus, Prevotella y otros taxones del orden de los Clostridiales.
¿Qué significa microbiota vaginal alterada?
A nivel general, será aquella microbiota cuyo equilibrio se ha alterado, normalmente por la falta de Lactobacillus y, por consiguiente, su correcta acidez y la protección que ella ofrece, así como por la multiplicación de patógenos oportunistas, como la Candida albicans, por ejemplo.

Bibliografía
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Más bibliografía
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