En los albores del siglo XXI se comenzó a gestar la aparición de nuevas ramas de investigación denominadas nutrigenómica (o genómica nutricional) y nutrigenética, coincidiendo con la conclusión del ambicioso “Proyecto Genoma Humano” (PGH), iniciado en 1984.
En el artículo de hoy, nos introducimos de manera breve en estas y otras áreas de investigación científica relacionadas.
¿Qué es la nutrigenómica?
Como indicaba, a principios de los 2000 el impacto del Proyecto Genoma Humano en diversas disciplinas estaba siendo muy importante.
En este contexto, surgían nuevas ramas científicas entre las que destacaba la nutrigenomica, por su potencial en la gestión de la salud del ser humano. Siendo así, por aquel entonces se indicaba que la “nutrigenómica es la aplicación de herramientas genómicas de alto rendimiento en la investigación nutricional”. Una definición demasiado simplista teniendo en cuenta las connotaciones actuales. Pero sigamos avanzando.
Esta nueva rama científica se vislumbraba pues como una potente herramienta para conocer con mayor certeza todo lo que ocurre a nivel metabólico en nuestro organismo, así como también la relación bidireccional entre la alimentación y distintos tipos de enfermedades, teniendo a la genética como punto de encuentro.
No obstante, en estas más de dos décadas de existencia, la nutrigenómica ha ido evolucionando a la par que otras de las denominadas ciencias ómicas, las cuales han empezado a ganar protagonismo. Te recomiendo visitar mi artículo sobre ellas para hacerte una idea del potencial que tienen.
La nutrigenómica en el presente
En la actualidad, además de las ideas de partida de los primeros expertos, la nutrigenómica también analiza los cambios inducidos por la dieta o los nutrientes en el transcriptoma, el proteoma o el metaboloma, por citar algunas áreas de investigación.
La razón de ser de esta retroalimentación entre ramas de investigación moleculares es que en nuestro entorno existen un gran número de componentes de los alimentos que son bioactivos, es decir, que influyen en nuestras células y en general en nuestra fisiología, y que afectan también a la expresión del genoma, el transcriptoma o el proteoma, ya sea directa o indirectamente.
De hecho, se estima que la dieta humana contiene alrededor de 20.000 de estos compuestos, de los cuales casi 50 son esenciales para la vida.
Además de ello, la nutrigenómica no se olvida de los factores ambientales o de estilo de vida, los cuales también impactan en el genoma.
Vínculo entre nutrigenómica y epigenética
Otra de las grandes diferencias entre la visión teórica de la nutrigenomica en sus inicios y la actual, se vincula a la enorme evolución de la epigenética como rama científica.
De manera muy resumida, podemos decir que la epigenética se encarga de estudiar todo lo relacionado con la expresión génica. Y, como indicábamos anteriormente, la alimentación y el estilo de vida juegan un papel fundamental en ello. De ahí el inquebrantable nexo de unión entre ambas disciplinas.
En este sentido, apuntan los expertos, que uno de los grandes puntos a favor de esta interconexión de áreas científicas es la capacidad de aportar información que permita el desarrollo de estrategias de estilo de vida adecuadas, las cuales conduzcan a un envejecimiento saludable y libre de enfermedades.
Tal es el grado de relación entre ambas disciplinas, que algunos teóricos defienden la existencia del concepto de epigenómica nutricional, la cual sería la encargada de estudiar las conexiones entre los metabolitos derivados de la dieta y el epigenoma. No obstante, esta podría ser una de las tareas inherentes a la nutrigenómica, por lo que es probable que esta subdivisión termine desapareciendo.
Nutrigenómica y microbiota
Pero si hablamos de evolución en el ámbito de la nutrigenomica, debemos destacar al impacto presente y futuro de la microbiota.
Como diversos autores defienden, “los modelos de nutrigenómica del ser humano deben buscar no solo perfilar la expresión génica del huésped, sino también ahondar en la interconexión con su microbiota, tanto en forma como en función”.
Y es que no debemos olvidar que la microbiota influye en una gran cantidad de aspectos relacionados con la absorción, el metabolismo o incluso la generación de metabolitos secundarios (como el butirato), como ya he expuesto en otros artículos de la web. Ejemplo de ello encontramos:
- La microbiota contribuye a aumentar la reserva de vitamina B en el intestino.
- La microbiota intestinal se correlaciona con la dieta y los procesos inflamatorios que pudieran derivarse de la misma.
- La microbiota intestinal participa en la degradación de diversos nutrientes, en especial de los MACS (carbohidratos accesibles a la microbiota).
- Las bacterias degradadoras de mucina juegan un papel esencial en la modulación de la respuesta inflamatoria intestinal en estados de obesidad y diabetes.
Por todo ello, se espera que en los próximos años y de la mano de un conocimiento cada vez más profundo del microbioma humano, la nutrigenómica avance dando un peso cada vez mayor al papel de los microorganismos que viven en nuestro cuerpo.
No obstante, a día de hoy ya se ha investigado en este campo el papel de la microbiota en aspectos nutrigenómicos relacionados con la lactancia o las enfermedades cardiovasculares. Seguro que en un futuro cercano, proliferarán los estudios en esta línea.
Impacto de esta rama a nivel individual y colectivo
Si bien la ciencia, y más en el campo de la salud, suele centrarse en buscar generalidades ligadas a la medición de enfermedades, estrategias de prevención, establecimiento de límites de exposición a determinados compuestos, etc., lo cierto es que la nutrigenómica también podría permitir generar un tipo de medicina más personalizada. ¿Cómo?
- Estudiando y evaluando la variabilidad interindividual de la absorción y utilización de nutrientes.
- Generando recomendaciones dietéticas personalizadas en base a esas evaluaciones previas, buscando conseguir resultados de salud específicos.
Asimismo, a nivel colectivo, puede contribuir a:
- Organizar la ingesta de nutrientes en base al perfil genómico y proteómico.
- Crear nuevos niveles de RDA (requerimientos dietéticos recomendados) o límites seguros de algunas sustancias tanto a nivel poblacional como individual.
Además, podría ayudar también a generar herramientas de diagnóstico apropiadas para evaluar y monitorear el estado de los micronutrientes y la respuesta a las intervenciones en materia de salud.
La nutrigenética
En el caso de la nutrigenética, hablamos de la rama científica que investiga específicamente los efectos modificadores de la herencia génica en aquellos genes relacionados con la nutrición y que tienen impacto sobre la absorción y el metabolismo de los nutrientes. En este sentido, se abordan aspectos como las posibles mutaciones o las variaciones en el número de copias de determinados genes, por citar algunos ejemplos.
Esta disciplina tiene su razón de ser en la variabilidad genética del ser humano y su impacto en todos y cada uno de los factores relacionados con la salud, entre los que se encuentra, obviamente, la alimentación.
Tanto es así, que la ciencia ha demostrado que existe una variación en los requerimientos nutricionales y en la interacción de ciertos nutrientes con diversos factores metabólicos y bioquímicos determinados genéticamente. Partiendo de esa idea, se sugiere que puede existir una sensible variabilidad en los requerimientos nutricionales entre los individuos.
Finalmente, destacar que la nutrigenética aborda otros aspectos como:
- La relación entre los genes y los mecanismos de hambre y saciedad.
- Las interacciones entre genes y nutrientes con el metabolismo de los fármacos y las posibles reacciones adversas a los mismos.
Conclusiones
Tanto la nutrigenomica como la nutrigenetica tienen un gran potencial en lo que a conocimiento del ser humano en su relación con la alimentación se refiere. Ambas disciplinas pueden ayudar a mejorar la salud sistémica a través de estrategias específicas vinculadas al genoma humano.
No obstante, la epigenética es una rama vinculada a las anteriores que jugará un papel fundamental en que el conocimiento que se vaya adquiriendo en las próximas décadas se vea refrendado con un impacto real en la salud del ser humano.
Y es precisamente en ese peso de los aspectos relacionados con la expresión de los genes, como la alimentación, el descanso, la actividad física o la gestión del estrés, donde creo que debemos seguir poniendo el foco.
Tengo claro que el impacto de nuestras decisiones diarias es, con gran probabilidad, más relevante para nuestra salud que las predisposiciones genéticas o el impacto de nuestro genoma en la relación con la dieta y los nutrientes.
No obstante, todo el saber que nos vayan aportando estas nuevas ramas científicas nos debe servir para implementar estrategias de salud aún mejores que las existentes.
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