En los últimos años, han surgido innumerables dietas detox o estrategias para limpiar el hígado, carentes de toda base científica y las cuales, en el peor de los casos, pueden causar problemas en la salud a medio y largo plazo.
De hecho, haciendo una rápida búsqueda en Google, podemos encontrar titulares recientes en muchos periódicos al estilo “el batido detox para conseguir un vientre plano”, “los alimentos detox para despedirte de esos kilos” o “la infusión detox para adelgazar y limpiar el hígado”, aprovechando el reclamo del final del verano y los excesos cometidos por muchos.
Las ideas asociadas a este tipo de dietas suelen ser el aporte de vitaminas y minerales al organismo, lograr una mayor diuresis o conseguir deshincharse y deshacerse de “toxinas”.
- La realidad: todo ello se puede lograr con una alimentación adecuada y ejercicio físico. No hacen falta recetas mágicas.
Volviendo al tema que nos ocupa. Sería necesario conocer qué significa el concepto detox o si realmente puede existir, como tal, una dieta detox. Añadido a esto, ¿es posible conocer como depurar el hígado?, ¿todas estas infusiones y batidos realmente cumplen esa función?
Aclaremos estas dudas y veamos por qué cuidar la microbiota es la mejor estrategia detox posible.
¿Existen las dietas detox?
Desde un punto de vista científico, NO. No tiene ningún sentido ni su concepción ni la manera en la que la mayoría enfoca este tipo de estrategias nutricionales.
Se supone que la idea reside en la eliminación de toxinas o depuración interna, como indicaba antes, pero basar nuestra alimentación en verduras y frutas, sobre todo en forma de zumos y batidos y acompañando de infusiones no tiene lógica nutricional. Hay otras maneras más saludables de intentar limpiar o depurar nuestro hígado y nuestro organismo en general que distan bastante del enfoque de una dieta detox.
¿Puede ser contraproducente para la salud una dieta detox?
De hecho SÍ. Realizar una dieta detox puede ser negativo para nuestra salud por diversos motivos:
- Vamos a desplazar nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo como vitaminas y minerales que no se encuentran en frutas y hortalizas, proteínas de alto valor biológico, grasas saludables…
- El alto índice glucémico de los zumos y batidos de frutas de manera continuada puede tener efectos perniciosos.
- Favorecemos la posible aparición del efecto rebote (del que tienes un artículo explicativo) en caso de existir una restricción calórica muy acusada y alargada en el tiempo.
- Hay muchas posibilidades de pérdida de masa muscular, teniendo en cuenta que son estrategias hipocalóricas y carentes de proteína.
Y estos no son los únicos problemas asociados. Así que la primera recomendación es que te olvides por completo de este tipo de estrategias nutricionales, porque no lograrás nada positivo. Sigamos adelante.
Los disruptores endocrinos, las verdaderas toxinas
Lo más triste del hecho de que muchas personas pongan sus esperanzas de salud en este tipo de “dietas milagro” es que, además de que quizá empeoren la citada salud en lugar de mejorarla, en el camino internalizan falacias como la de la depuración del hígado, sin realmente entender lo que realmente ocurre en su cuerpo.
Como he expuesto en numerosas ocasiones, el mantener a raya la disrupción endocrina es uno de los grandes pilares de nuestra salud a largo plazo. Te hablo de ello largo y tendido en su apartado de la web, por si te interesa visitarlo.
Por ponernos en contexto. Un disruptor endocrino es una “sustancia química no presente de manera natural en nuestro organismo, que tienen efectos adversos para nuestra salud y descendencia, como consecuencia de cambios en la función endocrina y hormonal”. Y, por desgracia, estamos mucho más expuestos a estos químicos dañinos de lo que sería deseable.
Otro concepto muy vinculado al de disrupción endocrina sería el de “xenobiótico”, que se refiere a sustancias químicas que normalmente no están presentes en el entorno de los organismos vivos o que se encuentran en niveles muy superiores a lo habitual.
Desgraciadamente, el agua y los alimentos contaminados son los principales contribuyentes a la exposición humana a estas sustancias tóxicas denominadas xenobióticos, con efectos a nivel endocrino, oxidativo, cancerígeno o gastrointestinal. Como ves, en síntesis, hablamos de químicos que producen o pueden producir problemas de salud a corto, medio y largo plazo, asociándose a enfermedades muy graves como el cáncer, por ejemplo.
Aquí está el verdadero problema y no en los excesos del verano y el alcohol, que también. No quiero minimizar su impacto, solo poner en valor la importancia de luchar contra una gran cantidad de químicos que nos afectan y de los que la mayoría de los ciudadanos no está al tanto, en lugar de poner el foco exclusivamente en el peso de una persona por malos hábitos alimenticios.
¿Dónde encontramos esos xenobióticos y disruptores endocrinos?
Pues en más lugares y actividades de lo que sería deseable.
- Alimentación
- Plaguicidas
- Funguicidas
- Determinados aditivos alimentarios que son prohibidos con el paso de los años, al encontrarse en estudios científicos sus efectos nocivos.
- Recubrimientos plásticos de enlatados o aditivos plásticos en toda clase de envases de ese tipo.
- Hidrocarburos aromáticos policíclicos generados por la combustión de materia orgánica (comidas a la parrilla, ahumados…).
- Menaje de cocina con ftalatos y perfluorados.
- Metales pesados en algunos pescados y mariscos.
- Medicamentos
- A través de diferentes sustancias utilizadas en el ámbito farmacéutico.
- Industria
- Disolventes y lubricantes industriales y sus subproductos (dioxinas, bifenilos…).
- Higiene y limpieza
- Geles, champús, desodorantes…
- Perfumes
- Productos de limpieza
- Ambientadores
Estos son solo algunos de los ejemplos. Por desgracia, hay mucho más.
¿Tiene sentido ahora creer que tomando batidos de fruta y verdura unos días vamos a “detoxificar” nuestro organismo? Ninguno. Por suerte, la microbiota, especialmente la microbiota intestinal, nos ayuda a combatir con estas sustancias.
La microbiota, nuestra primera línea de defensa ante los tóxicos
Numerosos han sido los estudios que han abordado en las últimas dos décadas la capacidad de los microorganismos en general y la microbiota en particular de hacer frente a los problemas relacionados con los tóxicos y químicos a nivel ambiental.
Tanto es así, que incluso existe una rama concreta de estudio, la biorremediación, que busca manera de recuperar esencialmente suelos y aguas contaminadas con la ayuda de los citados microorganismos.
En humanos, se ha demostrado que las bacterias intestinales y los suplementos probióticos pueden ayudar a combatir los excesos de cromo, plomo u oxalatos, entre otros. Veamos otros casos concretos en los que nuestra microbiota puede ayudarnos a detoxificar o depurar el organismo:
- Edulcorantes artificiales: muchos son los edulcorantes que no metabolizamos correctamente. Incluso alguna de estas sustancias, como la ciclohexilamina (presente en el edulcorante E-952), se ha asociado al cáncer. La microbiota ayuda a su metabolismo.
- Aminas heterocíclicas: algunos estudios han destacado la capacidad de la microbiota de alterar el potencial perjuicio de estas sustancias vinculadas a las proteínas muy chamuscadas (hablamos de metabolitos similares a los hidrocarburos aromáticos policíclicos).
- Productos químicos utilizados en la fabricación industrial: los microbios intestinales tienen la capacidad de metabolizar distintas sustancias utilizadas en la industria de los tintes textiles, los colorantes alimentarios, la producción de plásticos o productos farmacéuticos, por ejemplo, y que pueden llegar al organismo tanto por la interacción con ellos a nivel industrial, como por su utilización como consumidor final.
- Metales pesados: la microbiota es capaz de alterar la toxicidad del arsénico o el mercurio.
- Exceso de yodo en la alimentación: cómo te contaba en el artículo que dediqué a desgranar los entresijos del hologenoma y la teoría de la evolución hologenómica, se descubrió en la microbiota intestinal de los japoneses una bacteria, Bacteroides plebeius, capaz de degradar los principales componentes de las algas marinas, haciendo a los nipones mucho más tolerantes a su consumo y a niveles altos de yodo en su alimentación y que esto no suponga un problema de salud.
Cuida de tu microbiota y ella cuidará de tu hígado, riñones…
De todo lo que te he contado en el artículo sacaría dos conclusiones principalmente: por un lado, el sinsentido de las famosas dietas detox, un tipo de dieta milagro que no conllevará ningún beneficio y, por otro, la necesidad de poner el foco en todo el ámbito de la disrupción endocrina y los químicos que nos rodean, así como el impacto positivo de un correcto equilibrio de la microbiota para que nos ayude a que el potencial peligro de esos químicos sea el menor posible.
Lo mejor de todo ello es que la manera de lograr esta homeostasis microbiana no difiere de lo que sería llevar un estilo de vida saludable.
Para ello, lo primero es tener una alimentación sana, basada en vegetales y frutas, así como en buenas fuentes de proteína y grasas saludables. Nada nuevo.
Además, podemos ayudar a la activación los sistemas naturales de detoxificación del organismo a través de:
- La sudoración: vía ejercicio físico o sesiones de sauna, por ejemplo.
- Teniendo una buena hidratación que favorezca la diuresis. Tomando dos o más litros de agua cada día.
- Será importante también exponernos lo mínimo posible a los químicos ambientales, evitar los aditivos alimentarios o minimizar el consumo de fármacos.
Y el resto de pilares de la salud, como el entrenamiento, el descanso o la gestión del estrés, también deberán tener un papel principal en nuestro día a día.
Anexo a todo ello, el ayuno intermitente puede ayudarnos en la medida en la que cuantas más horas de descanso demos a nuestro sistema digestivo, más tiempo tendrá para estar “limpiando” nuestro organismo. No obstante, para aclarar las dudas en torno a esta herramienta de salud, le dedicaré próximamente un artículo en el que desgranaré todos los entresijos de la misma.
Por todo lo dicho te invito a que cuides de tu microbiota, hoy, más que nunca.
Bibliografía
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