Uno de tantos ejemplos de la importancia de los ácidos grasos de calidad para nuestra salud lo encontramos en los denominados mediadores pro-resolución especializados o mediadores pro-resolutivos especializados.
Hablamos aquí, principalmente, de cuatro sustancias: lipoxina, resolvina, protectina y maresina.
Como ideas fundamentales vinculadas a todos ellos tenemos:
- Hablamos de sustancias orientadas a eliminar la inflamación y el daño causado en los tejidos.
- Están derivadas principalmente de los ácidos grasos EPA y DHA
- Ayudan también a la eliminación del dolor o la protección de tejidos y órganos.
Por todo ello, y como he hablado en otras ocasiones, es determinante cuidar ese equilibrio a nivel inmunitario que permita al mismo alternar entre las fuentes de glucosa y de ácidos grasos. Y para ello, nuestra alimentación, entre otros factores, es fundamental.
Veamos algunas características de estos mediadores de manera individualizada.
Lipoxinas
Descubiertas en 1984, las lipoxinas destacan por sus potentes propiedades inmunorreguladoras y antiinflamatorias.
Estas sustancias derivan del ácido araquidónico (Omega 6) que podemos encontrar en grasas animales, hígado, lípidos del huevo, pescado, algunas semillas y frutos secos, por ejemplo.
Resolvinas
Las resolvinas, por su parte, se sintetizan a partir del ácido docosahexaenoico, es decir, el DHA.
Estas sustancias se vinculan a la reducción del dolor, la mejora de la defensa innata del huésped o la regeneración de tejidos.
Como curiosidad destacar que se ha detectado que la reducción de los niveles de resolvina y el deterioro de las funciones de los fagocitos, un tipo de células inmunitarias, se asocian con casos graves de COVID-19.
Protectinas
En el caso de las protectinas, hablamos de moléculas derivadas de los ácidos grasos poliinsaturados, especialmente del Omega 3.
Nuevamente, su función principal se vincula a la disminución de la inflamación.
Maresinas
Y finalmente tenemos a las maresinas, que en este caso se derivan, nuevamente, del DHA.
Los investigadores destacan sobre ellas su capacidad de promover la regeneración de tejidos y también de servir como agente terapéutico para enfermedades inflamatorias crónicas.
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