Como ya comenté en el artículo dedicado a los disruptores endocrinos, los químicos que nos rodean tienen un potencial impacto en nuestro organismo mucho mayor de lo que pudiéramos llegar a pensar.
En este caso, y al hilo de lo allí citado, me voy a centrar en la contaminación del aire y su impacto en nuestra salud tanto a nivel sistémico, como concreto en la microbiota.
Aspectos generales sobre la polución o contaminación del aire
Cuando hablamos de polución ambiental o contaminación ambiental, en muchas ocasiones queremos referirnos a la contaminación del aire. Este fenómeno hace referencia a la mezcla de gases y partículas que pueden ser nocivas para la salud humana en determinadas cantidades, y cuya procedencia puede ser tanto natural, como derivada de la actividad humana.
Fuentes naturales de la contaminación del aire
Con un impacto bastante menor que el que tiene la actividad del ser humano en la polución, existen fuentes naturales como los incendios, las erupciones volcánicas o las nubes de polvo sahariano, por poner algunos ejemplos. Estos fenómenos pueden aumentar la presencia de contaminantes del aire como el SO2 (dióxido de azufre), CO2 (dióxido de carbono), CO (monóxido de carbono), NO2 (dióxido de nitrógeno) o distintos tipos de sulfatos.
Fuentes artificiales de la polución ambiental
Con el paso de los siglos, el desarrollo tecnológico, el aumento de la población y la demanda de energía, nuestro entorno se ha modificado en gran medida y, por desgracia, eso ha conllevado la generación de muchos más contaminantes de los que somos capaces de asumir, tanto a nivel individual como colectivo. Los procesos de producción industrial, los medios de transporte y la quema de combustibles son los principales contaminantes relacionados con la actividad del hombre. Siendo así, innumerables tipos de partículas incluidos los compuestos metálicos, son lanzadas al aire cada segundo. Y la realidad es que nuestro planeta es incapaz de soportar esa carga, lo que deriva, entre otros aspectos, en un aumento en la cantidad de moléculas de este tipo en el aire que respiramos.
Obviamente, hay que destacar en este punto que no hablamos de un escenario estandarizado a nivel mundial, ya que las tasas de contaminación del aire dependen de diversos factores, tanto los citados, como otros. Este es el caso del clima, por ejemplo.
La importancia del clima en el fenómeno de la contaminación del aire
La realidad es que el clima es un factor fundamental en lo que concierne a la calidad del aire, ya que participa en los procesos de dispersión, transformación, emisión y transporte de los contaminantes. Todo ello de la mano de aspectos tan relevantes como la humedad, la temperatura o las características del viento.
Por ello, la orografía, la densidad de población o el diseño urbano, pueden ser en muchos casos, con el clima como coadyuvante, factores que marquen en gran medida la calidad del aire.
¿Cómo se mide la calidad del aire? ¿Qué partículas se estudian?
Llegados a este punto, toca dar luz a la manera que tiene la ciencia de identificar si los niveles de partículas en nuestro entorno pueden llegar a ser nocivos para la salud.
Para ello, los investigadores han parametrizado el fenómeno de la calidad del aire en torno a cuatro tipo de partículas, principalmente, aunque existen algunas otras:
- NO2 (dióxido de nitrógeno).
- NOx (óxidos de nitrógeno).
- PM2,5 y PM10 (partículas de distinta composición y diámetros inferiores a los indicados en su nomenclatura).
Pasemos a explicar las características de cada una de ellas.
NO2 y NOx
De origen esencialmente artificial, estas partículas se vinculan a los vehículos de transporte y la industria que trabaja a muy altas temperaturas, así como a las encargadas de generar electricidad.
Según estimaciones del Gobierno de España, más del 75% del NO2 en aire es aportado por el tráfico rodado, con lo que la exposición a este contaminante es muy alta, teniendo en cuenta que vivimos, en la mayoría de los casos, muy cercanos a este factor de contaminación del aire.
En cuanto a los óxidos de nitrógeno (NOx) ocurre algo parecido, ya que las zonas urbanas y metropolitanas densamente pobladas, así como las vías de comunicación con las zonas de tráfico más denso, suelen ostentar los niveles más altos de este tipo de contaminantes.
PM2,5 y PM10
Las siglas PM hacen referencia al vocablo inglés “Particulate Matter”, que podemos traducir como partículas en suspensión y que, como indicamos anteriormente, serán distinguidas en base a su diámetro máximo.
Este tipo de partículas se clasifican según su origen en:
- Primarias: cuando se emiten directamente a la atmósfera, ya sea de manera natural (esporas, polen, polvo…) o por acción del hombre (procesos industriales, combustión o tráfico rodado, principalmente).
- Secundarias: cuando son producto de reacciones químicas a partir de una serie de gases o compuestos orgánicos volátiles.
Como idea general en lo referente a las PM2,5 y PM10 es que son producto en mayor medida de la acción humana, destacando para ambos casos la utilización de combustibles de manera no industrial y nuevamente, el tráfico rodado.
Efectos nocivos para la salud de la contaminación del aire
Ahora que hemos sentado las bases para entender qué tipo de actividades y partículas son las más relevantes en lo que concierne a la calidad del aire, toca determinar qué impacto puede tener en nuestro organismo el hecho de vivir en ambientes con niveles nocivos para la salud.
En este sentido la evidencia científica es clara, el impacto puede ser muy importante. A lo largo de las últimas décadas, los estudios han dejado patente que la exposición a los contaminantes ambientales por vía aérea se asocia directamente con la mortalidad y morbilidad en todo el mundo.
De hecho, la exposición continuada a aire contaminado y la inactividad física son factores de riesgo significativos para las enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes, por citar algunas.
Además de ello, la ciencia ha sido capaz de verificar el vínculo entre la contaminación del aire y otras afectaciones como:
- Mortalidad cardiopulmonar
- Enfermedades respiratorias (bronquitis, asma, rinitis…)
- Enfermedades reumáticas
- Enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson
- Salud reproductiva y partos prematuros
Por todo ello, podemos entender que este no es un aspecto menor en lo que concierne a la salud de los ciudadanos. Sin embargo, ni la administración pública trata como debe esta problemática, ni la sociedad es consciente del problema real existente en torno a la calidad del aire y el impacto en su vida.
¿En España tenemos niveles seguros o saludables?
Esa es la gran pregunta.
Y la respuesta es: depende. Los niveles varían mucho de unas localidades a otras.
No obstante, para verlo con más claridad, debemos determinar lo que son niveles seguros. Según las directrices de la OMS, que tienen por objeto proteger a la población de los efectos nocivos para la salud del NO2, los niveles adecuados son, como máximo:
- 10 μg/m3 (microgramos por metro cúbico) de media anual
- 25 μg/m3 de media diaria
En el caso de las partículas PM10, que también veremos, la OMS propone:
- 15 μg/ m3 de media anual
- 45 μg/m3 de media diaria
Ahora que ya sabemos en qué parámetros se sitúan los niveles nocivos y no nocivos, veamos los datos de las poblaciones con peores resultados de contaminación del aire en España, según un reciente estudio del Observatorio Sostenibilidad presentado en este año 2022.
Como podemos observar, en el caso del dióxido de nitrógeno, las dieciséis localidades con peores datos duplican e incluso triplican los valores seguros según la OMS de 10 μg/m3. Madrid y Cataluña son las comunidades más representadas en este sentido, destacando también la presencia de Granada por delante de Barcelona, en lo que respecta a capitales de provincia.
Si bien el dato de la ciudad nazarí puede resultar curioso, lo cierto es que la orografía de la misma es el factor clave para ello.
En el caso de las partículas PM10, los datos son también preocupantes. En los diecisiete casos expuestos, los valores son casi el doble de los recomendados, empeorando esa cifra las ciudades de Marbella y A Coruña.
Repiten en este cuadro Granada, Granollers, Marbella y Mollet del Vallés.
Estos datos nos deben hacer reflexionar. Más aún cuando lo cierto, y sin ánimo de ser alarmista, es que vivir en las ciudades listadas supone un mayor riesgo para la salud, según la ciencia y los datos recogidos. No obstante dudo mucho que los propios ciudadanos sean conscientes de ello.
Como en otros tantos aspectos, falta formación e información a nivel social.
Relación entre la contaminación ambiental y microbiota
El último de los puntos que tocaré en este artículo es el de la relación entre la calidad del aire y la microbiota.
Si bien la evidencia científica en este sentido aún es pobre, tenemos a nuestra disposición varios estudios llevados a cabo en los últimos años (2020-2022).
Ejemplo de ello es el reciente trabajo de Li y colaboradores en el que estudiaron en ratones la cardiotoxicidad asociada con la desregulación del microbioma intestinal y la alteración del metabolismo de los glicerofosfolípidos.
De dicho estudio destacan conclusiones como:
- El estrés por NO2 podría perturbar el metabolismo de los glicerofosfolípidos.
- La inhalación de NO2 provocó un aumento de la infiltración inflamatoria en el corazón, asociándose además con la desregulación del microbioma intestinal.
- Además, se detectó un daño aumentado en las mitocondrias cardiacas.
Otro estudio destacable es el de Janvier y colaboradores, centrado en el impacto de la polución ambiental en la dermobiota o microbiota de la piel.
También son interesantes las conclusiones a las que llegaron, destacando:
- Todas las bacterias cutáneas estudiadas se vieron afectadas por el NO2 aunque en distintos grados según las especies. Esta respuesta diferencial entre las especies bacterianas sugiere que el dióxido de nitrógeno podría contribuir a un estado disbiótico.
- En casos de dermatitis atópica, los efectos del NO2 sobre la piel se ven claramente incrementados por la contaminación con dicha molécula.
Aunque a nivel teórico podemos tener más o menos clara la existencia de una relación entre la contaminación del aire y los distintos tipos de microbiota humana, lo cierto es que la falta de estudios nos impide dar como válida esa afirmación. No obstante, en los próximos años podremos ahondar en sus efectos según vayan proliferando las investigaciones en este ámbito.
Conclusiones
La contaminación del aire es un factor relevante en la salud de los seres humanos, pero el interés o conocimiento sobre este aspecto es muy limitado.
Como hemos podido comprobar a lo largo del artículo, los efectos de una exposición prolongada a los contaminantes presentes en el aire, puede traer consigo consecuencias muy graves.
Entiendo que en la sociedad en la que vivimos, es complicado “aislarse” de este tipo de fenómenos. No obstante, en caso de poder elegir, alejarnos de las grandes urbes, las localidades con una gran densidad de población o las eminentemente relacionadas con la industria, así como exponernos lo mínimo posible a la polución del tráfico rodado, serán estrategias que impacten positivamente en nuestra salud.
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