De manera habitual se tratan los aspectos relacionados con la disfuncionalidad de la gestión del colesterol y la generación de los depósitos grasos en las arterias de una manera más “física”, sin entrar a valorar el impacto de la inflamación y el sistema inmunitario.
Sin embargo, los distintos vínculos entre nuestro aparato defensivo y el fenómeno de la ateroesclerosis son múltiples, aunque en pocas ocasiones se tienen en cuenta.
Quizá haya que empezar a modificar nuestra mirada sobre esta enfermedad.
Y es que los puntos en común entre ateroesclerosis y el sistema inmune son muchísimo mayores de lo que la mayoría piensa.
Macrófagos, células espumosas y ateroesclerosis
Podemos empezar hablando de los macrófagos, un tipo de glóbulo blanco de nuestro sistema inmunitario y las células espumosas.
Hoy día sabemos que los macrófagos reconocen y absorben las LDL oxidadas, provocando la formación de células espumosas, absolutamente claves en la aterogénesis.
Este hecho cobra máximo sentido, sobre todo porque la ciencia nos indica que las LDL modificadas (oxidadas, glicadas, etc.,) activan nuestro sistema inmunitario.
Si este proceso continúa en el tiempo, el porcentaje de macrófagos M2, con poder antiinflamatorio, disminuye, mientras que el porcentaje de macrófagos M1 (proinflamatorios), aumenta, lo que agrava aún más el desarrollo de la placa ateroesclerótica. Es decir, que tenemos un contexto inflamatorio exacerbado que escalará inevitablemente salvo que se pongan los mimbres para revertirlo.
Lipoproteínas (a), autoinmunidad y ateroesclerosis
Otro punto de unión viene de la mano de las lipoproteínas (a), las cuales afectan al reclutamiento de células inflamatorias.
Asimismo, sabemos que los pacientes con trastornos autoinmunes en los que median las células T como la psoriasis y la artritis reumatoide tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar aterosclerosis.
También que la prevalencia de aterosclerosis en otras enfermedades autoinmunes sistémicas es muy alta, hasta tal punto que muchos investigadores propugnan que estos pacientes sean considerados de riesgo en lo que concierne a la ateroesclerosis.
Asimismo, resultados de distintas investigaciones también indican en el lupus eritematoso sistémico, se suele dar una ateroesclerosis acelerada y un incremento de las complicaciones cardiovasculares.
Otros puntos en común entre la ateroesclerosis y el sistema inmunitario
Y, desde un punto de vista más general, la ciencia apunta a que entre los factores relevantes del desarrollo de esta patología encontramos el funcionamiento del sistema inmune o los cambios en la producción y actividad de distintas citoquinas, especialmente proinflamatorias.
Pero podemos añadir más aspectos. Citemos al glicocálix, esa capa del endotelio tan relevante, pero también vulnerable y responsable, por ejemplo de la relación leucocito-endotelial y, por lo tanto, fundamental en la modulación de la respuesta inflamatoria en esta zona.
Y no puedo dejar de nombrar tampoco a la mieloperoxidasa, una de las sustancias más relevantes en los procesos oxidativos, la inflamación y la inmunidad. En un contexto de equilibrio, será una molécula defensiva fundamental, pero también puede convertirse en una de las precursoras de la oxidación de las LDL si el ambiente es propicio para ello.
Finalmente y antes de la gran noticia al respecto de esta relación podemos destacar la respuesta inmune a los productos finales de glicación avanzada.
Indicaba anteriormente que no solo la oxidación de las LDL era relevante, ya que otra forma modificada y potencialmente aterogénica son las LDL glicadas. En este sentido, hoy sabemos que nuestro organismo cuenta con receptores para productos finales de glicación avanzada (RAGE), muy vinculados a las inmunoglobulinas (proteínas defensivas del sistema inmune) y cuya expresión está aumentada en distintas patologías entre la que se encuentra, como no, la ateroesclerosis.
Hablamos de un contexto problemático ya que se ha demostrado que se activan vías proinflamatorias y se suprimen funciones de autorregulación inmunitaria.
¿Todo lo dicho sirve para respaldar la idea de que la ateroesclerosis es una enfermedad autoinmunitaria?
Desde mi punto de vista, sí, al menos demuestra una relación clara.
Pero para ratificar esta idea nos podemos hacer eco de un reciente estudio del año 2023 y publicado en Nature, en el que los autores indican que “nuestros datos respaldan el concepto de aterosclerosis como una enfermedad autoinmune auténtica de células T dirigida a la pared arterial”.
En dicho estudio (en ratones) se identifica que las principales células inmunes innatas participan en la aterosclerosis, sobre todo las células T CD8+, las células T reguladoras y las T CD4+.
Al parecer, una pérdida de tolerancia inmunitaria provoca la síntesis de autoantígenos, unas proteínas de reconocimiento inmunitario que dan lugar a células T CD8+, T reguladoras y T CD4+ autorreactivas (inestables) y proaterogénicas, es decir, que favorecen la aparición de la ateroesclerosis.
Guau.
Y por si fuera poco, podría destacar algunas ideas más para ratificar esa conexión:
- El metabolismo del colesterol también proporciona metabolitos que tienen funciones específicas en las células inmunes y diferentes a otras células del cuerpo.
- La inmunoterapia con interferones induce a la hipercolesterolemia.
- Incluso se sabe que para evitar la propagación de patógenos, nuestras células pueden regular negativamente el metabolismo del colesterol con el fin de agotar las reservas de energía de esos microorganismos.
En resumen
Creo firmemente que debemos abrir la mirada en lo que respecta a la relación entre el colesterol y sistema inmunitario o el posible carácter autoinmunitario de esa patología.
En cualquier caso, ceñirse a los parámetros básicos de conocimiento y tratamiento de los problemas de gestión del colesterol es obsoleto, a la luz de estos y otros hallazgos ya conocidos y expuestos por la ciencia.
Bibliografía principal
- Cardoso D, Perucha E. 2021. Cholesterol metabolism: a new molecular switch to control inflammation. Clin Sci (Lond).
- Wang, Z. et al. 2023. Pairing of single-cell RNA analysis and T cell antigen receptor profiling indicates breakdown of T cell tolerance checkpoints in atherosclerosis. Nat Cardiovasc Res