Cuando pensamos en prebióticos, normalmente nos viene a la mente la fibra, al amparo de conceptos como los fructooligosacáridos, la inulina, las pectinas o el almidón resistente, por ejemplo.
Sin embargo, otras sustancias que no son estrictamente fibras también pueden ejercer efectos prebióticos o moduladores sobre la microbiota intestinal:
- Polifenoles: compuestos vegetales presentes en frutas, verduras, cacao, café y té. No se absorben completamente en el intestino delgado y al llegar al colon son metabolizados por la microbiota, estimulando el crecimiento de bacterias beneficiosas como Akkermansia muciniphila y Bifidobacterium.
- Aminoácidos y péptidos: como la taurina, pero también glutamina, glicina o arginina. Son utilizados por bacterias específicas como fuente de energía o para sintetizar metabolitos clave como butirato o el sulfuro de hidrógeno, según el contexto.
- Ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y larga (AGCL): aunque los AGCC son productos finales de la fermentación microbiana, también pueden ser consumidos por otras bacterias en procesos de cross-feeding.
- Mucina (endógena): algunas bacterias como Akkermansia muciniphila se alimentan de la mucina secretada por nuestras células intestinales.
- Sales biliares conjugadas: pueden ser desconjugadas por ciertas bacterias que luego las utilizan como fuente de carbono y nitrógeno.
- Nucleótidos y compuestos derivados: aunque en menor medida, estas unidades estructurales básicas del ADN y el ARN, pueden ser utilizadas por algunas bacterias intestinales como fuente de nitrógeno.
Todos ellos son los que se están comenzando a identificar desde la comunidad científica como prebióticos no convencionales, pero sobre ello ahondaré otro día.
En el día de hoy, nos vamos a centrar en uno de los aminoácidos, la taurina. Veamos su relación con nuestra salud microbiana.
¿Qué es la taurina?
La taurina es un aminoácido que se encuentra en altas concentraciones en tejidos como el cerebro, la retina, el corazón y los músculos esqueléticos.
Aunque no se encuentra entre los protagonistas de la síntesis de proteínas, desempeña funciones esenciales en el organismo, ayudando al cuerpo en tareas como digerir las grasas (conjugando ácidos biliares), mantener el equilibrio de líquidos dentro de las células, controlar los niveles de calcio en el interior celular y protegernos frente al daño de los radicales libres (estrés oxidativo).
El cuerpo humano puede sintetizar taurina a partir de los aminoácidos cisteína y metionina, principalmente en el hígado. Sin embargo, también se obtiene a través de la dieta, especialmente de alimentos de origen animal como carnes, pescados y mariscos.
En este sentido, las dietas veganas, al carecer de fuentes animales, suelen tener niveles más bajos de taurina.
Breve historia de la taurina
La taurina fue aislada por primera vez en 1827 por los científicos alemanes Friedrich Tiedemann y Leopold Gmelin a partir de la bilis de buey.
Aunque inicialmente se estudió por su papel en el metabolismo biliar, en las últimas décadas ha cobrado interés en la investigación biomédica por sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y recientemente por su interacción con la microbiota intestinal.
Taurina y microbiota: una relación simbiótica
Analicemos en que se sustenta esa relación:
Fuente de energía para bacterias beneficiosas
En el intestino, la taurina se libera durante la descomposición de los ácidos biliares conjugados.
Estudios recientes (en ratones) han identificado bacterias específicas, como Taurinivorans muris, que utilizan la taurina como sustrato para su metabolismo anaerobio, produciendo compuestos como el sulfuro de hidrógeno, que pueden influir en la dinámica del ecosistema intestinal.
Fortalecimiento de la barrera intestinal
La taurina ha demostrado mejorar la integridad de la barrera intestinal al aumentar la expresión de proteínas clave como la ocludina y la claudina-1. Esto ayuda a prevenir la permeabilidad intestinal y protege contra la inflamación y la translocación bacteriana.
Defensa contra patógenos
La producción de sulfuro de hidrógeno por bacterias que metabolizan taurina puede tener un efecto protector al inhibir la respiración aeróbica de ciertos patógenos, dificultando su crecimiento y colonización.
¿Es la taurina un prebiótico?
Tradicionalmente, los prebióticos se definen como compuestos no digeribles, principalmente fibras o carbohidratos, que promueven el crecimiento selectivo de bacterias beneficiosas en el intestino. La taurina, al no ser un carbohidrato ni una fibra, no entra dentro de esta categoría clásica.
Sin embargo, investigaciones recientes, como el estudio de Ye et al. (2023), han demostrado que ciertas bacterias intestinales especializadas como Taurinivorans muris pueden utilizar la taurina como sustrato energético (lo que exponía hace algunos párrafos). Esto sugiere que la taurina puede ejercer un efecto modulador sobre la microbiota intestinal, aunque por vías distintas a las de los prebióticos convencionales.
Sin duda un tema interesante y que abre nuevamente la puerta a dinámicas hasta ahora relativamente desconocidas sobre la microbiota y, sobre todo, al impacto que ciertas acciones de nuestros «habitantes» tiene en la salud humana.
Bibliografía:
- Ye, H., Borusak, S., Eberl, C. et al. (2023). Ecophysiology and interactions of a taurine-respiring bacterium in the mouse gut. Nature Communications, 14, 5533.
- Huxtable, R. J. (1992). Physiological actions of taurine. Physiological Reviews, 72(1), 101–163.
- Stacy, A., Andrade-Oliveira, V., McCulloch, J. A., Hild, B., Oh, J. H., Perez-Chaparro, P. J., … & Belkaid, Y. (2021). Infection trains the host for microbiota-enhanced resistance to pathogens. Cell, 184(3), 615-627.e17.
- Wen, Z., Liu, Y., Qu, Y., Li, P., Ni, Y., Wu, H., … & Yin, Y. (2020). Taurine alleviates intestinal injury by mediating tight junction barriers in diquat-challenged piglet models. Frontiers in Physiology, 11, 449.